domingo, 10 de febrero de 2013

La ciutat més bonica del mon

Hoy justo hace un año, me dieron la baja en el trabajo. Tenia una ciatica terrible en la pierna izda, el bebé se me clavaba en las costillas cuando me sentaba y ya me encontraba muy cansada para hacer una hora de coche para ir y volver del trabajo todos los días...así que el día que cumplí las 33 semanas, me fui rumbo a Barcelona a vivir con mi marido (¡por fin íbamos a vivir juntos!)..y en aquel tren, de más de 5 horas de trayecto, empezó una de las etapas (no me atrevo a decirlo, pero diría que la que más), más dulce y feliz de mi vida.

Mis padres vinieron conmigo, para pasar el fin de semana, era viernes, y como no sabia si el médico me daría o no la baja, hasta ese mismo día no compramos los billetes, casi no llegamos, quedaban muy pocas plazas, pero hubo suerte, para allá que fuimos y en preferente.

El fin de semana estuve casi todo el tiempo con mis padres, mi marido trabajaba y se juntaba con nosotros cuando salia, visitamos la Sagrada Familia, el parque Güell, la casa Batlló, el pueblo español, íbamos con el metro de aquí para allá, y con el autobús...recuerdo como subí las escaleras para llegar al parque Güell, con esa tremenda barriga, la lengua fuera y sin respiración, y recuerdo como paseamos por paseo de Gracia, como cenamos en el centro comercial Arenas, recuerdo y recuerdo y me doy cuenta que en ese momento desconocía lo tremendamente feliz que era.

Mis padres se fueron lunes por la mañana, por lo que allí nos quedamos los dos, Sergio y yo, a cientos de Km de distancia de casa, y sin embargo, por fin, sintiéndonos en casa más que nunca. Su compañero de piso estaba de baja, por lo que el piso era para nosotros dos solitos, bueno y para el pequeño Sergio que vivía feliz en mi útero. Los días que siguieron fueron perfectos, supongo que hasta que no estas sin trabajar, libre de problemas y responsabilidades, y hasta que no estas disfrutando de ti, de tu pareja, al 100%, no te das cuenta de lo que puede dar de sí un día.

Cada día hacíamos algo distinto, íbamos a ver la ciudad, paseábamos por sus calles, nos tomábamos algo en sus bares, descansábamos, íbamos a los centros comerciales, a ver el mar, también habían días de relax y sofá, de pelis y palomitas, recuerdo con mucho cariño el día que queríamos ver la playa de Gavá, cogimos un autobús en Sant Boi, y no recuerdo muy bien como llegamos allí, creo que en un tren de cercanías. Al coger el autobús allí, nos embarcamos en un viaje del que no teníamos expectativas, fue como coger el autobús destino no se sabe donde...y parar en cualquier lugar, no importaba cual. De casualidad paramos en un centro comercial, totalmente aislado, compramos algo, comimos allí y volvimos a coger el autobús, paramos en una especie de urbanización, con muchos bloques de apartamentos, y al fondo...el mar. Hacia viento y el cielo tenia un color precioso, como de tarde triste y especial, la arena estaba llena de conchas..me guardé una en el bolsillo, y empezamos una larga caminata por la orilla del mar.

Al final encontramos una parada de autobús, que nos paraba justo en el centro comercial Gran Via 2, cerca de donde teníamos el piso, al subir contemplé el extrarradio de la ciudad, las fábricas y polígonos, creo que también ví aeropuerto del Prat, fue como un viaje en cuerpo y alma por la ciudad, dicen, más bonita del mundo.

Además de ese día, hubieron muchos más, casi un mes de días de disfrute y paseos, de aventuras y buenos momentos. Bajo del piso hay una panadería, no sé si seguirán teniendo la oferta de los 3 croissanes a 1€, pero por aquel entonces, hace un año, la tenían..y nosotros siempre la solíamos aprovechar. Aún recuerdo ese sabor de croissan recién hecho, ese olor y como crujían, como si en cada bocado estuviera saboreando el mayor placer de la vida, LA FELICIDAD.

Volví a tierras alicantinas, no recuerdo el día, para hacerme ecografias y pruebas, y a los pocos días volví de nuevo, esta vez el viaje aún sería más trascendental, tenia el billete comprado para regresar a Alicante el 14 de marzo, y dar a luz en mi ciudad, pero no, el destino me guardaba una vuelta para el día 15, y me regaló un recuerdo  aún más bonito de la ciudad...mi hijo nació allí, el 13 de marzo de 2012, y entonces Barcelona se convirtió para siempre en *"la ciutat més bonica del mon"*

Pero como fue la llegada de mi hijo y el parto lo escribiré en otra entrada, más adelante. Ahora, un año más tarde, sonrío al recordar ese tiempo maravilloso..y sé que aunque habrán más etapas buenas, más días de felicidad aún por descubrir, me entristezco al pensar que esos días jamás se volverán a repetir.


*La ciudad más bonita del mundo*                                              

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