miércoles, 25 de febrero de 2015

Mudando de cuerpo

Aqui estoy. Enfrascada entre cajas, bolsas y embalajes varios, eligiendo cortinas, muebles y decoración. En pleno caos hogareño y con las sillas patas arriba, en el sentido más literal. Y es que una mudanza es como una metamorfosis, empiezas a desechar cosas que tenias guardadas, cosas que ni sabias que existian. Empiezas a pensar: pero, ¿tanto me hace falta para vivir?
Y es que si una mudanza puede ser devastadora, una mudanza con dos niños pequeños, con tu marido dando órdenes desde la distancia, y tú trabajando es, sencillamente, un infierno.
Un infierno de cajas que nunca terminan, de momentos de no parar, ni para tomarte un café despues de comer, ni para dormir, ni para soñar. Ya ni siquiera me noto cansada, creo que mi cuerpo se ha acoplado a las ojeras, a la mente maquinando sin cesar, a no frenar.
Y en el fondo me da nostalgia, de cerrar esa etapa, de empezar nueva vida...porque si, todo es nuevo, el piso y los sentimientos. Nos mudamos de pueblo, de cole, de médico. Empezamos la segunda parte de esta historia, dejando atras errores y decisiones equivocadas.
Si no aparezco en un tiempo es porque me estoy recuperando, para volver totalmente "mudada".
Todo cambia, pero seguimos a flote, los 4, luchando por seguir unidos como familia. Porque nos mudamos de cuerpo, pero no de corazón.