Y aunque suene a tópico diré que llegó cuando menos lo esperaba. No porque ese mes estuviera relajada, y sin pensar en el tema, para nada, estaba tanto o más obsesionada que el mes anterior, solo que este ya lo daba por perdido.¿Por qué? Pues porque mi marido se fue martes y la ovulación se produjo el viernes o el sábado. Sólo un milagro podía salvar ese ciclo, y el milagro llegó en forma de positivo.
Lo mejor de la vida es que nunca deja de sorprendernos, y si lo único constante es el cambio, los dolores del pasado no tienen porque volver a repetirse.
El domingo cumplí 12 semanas, el mismo mes que debería haber dado a luz a mi último bebe estrella, las probabilidades de que el aborto se volviera a repetir se reducían considerablemente.
El lunes tuve eco, le vi, perfecto, hacia tiempo que no sentía esa magia, esa angustia, esa ilusión de nuevo. Y aunque todo era para mi conocido, lo viví como si fuese nuevo.
Volvió la fertilidad, volvió la felicidad.
Ya es una realidad la espera del tercero.