Lo conseguí. Un parto totalmente natural. Tan bestia y salvaje como el de mi segunda, al ser sin epidural, pero sin ninguna intervención, ni maniobra de Cristeller, ni oxitocina, ni rotura artificial de membranas. Un parto que solo cabía en los huecos de mi imaginación, pero que el destino me tenía preparado.
En la eco 20 me dijeron que tenía placenta previa y la estuvieron controlando. Al rededor de la semana 33 me dijeron que la seguía teniendo y que era muy difícil que cambiara, por lo que tendría que ser cesárea ( ya de paso podía hacerme la ligadura, si quería, en la misma intervención). Milagrosamente la placenta subió al final del embarazo, sobre la 36 o así y aunque tuve muchas dudas y miedos, tras haberme hecho a la idea de que sería cesárea, me centraba de nuevo en un parto, que esperaba al menos fuese sin epidural.
Rompí aguas, al igual que en mi primer parto, estando en la cama, era temprano, sobre las 7 de la mañana del 21 de julio de 2022, al girarme en la cama lo sentí, una pequeña cantidad de líquido salía. Está vez no tenía dudas, ya no era una madre primeriza.
Se lo comuniqué a mi marido que dormía plácidamente a mi lado, disfruté de mis últimos momentos en la cama como embarazada, aguantando unos minutos más, disfrutando de esa etapa que estaba a solo unas horas de cerrar.
Llamé a mi madre para que se quedara con los niños, me duché y esperé a que viniera. Al final ella también se vino conmigo y mi padre se hizo cargo de los 3 niños.
Estando en el hospital, en un box de maternidad, me pasó algo curioso y es que mientras oía como le decían al matron (en prácticas)que me atendía, que si estaba seguro de que era rotura de bolsa, la bolsa se rompió a lo bestia. Estaba sentada en una camilla y el líquido empezó a salir como un grifo abierto, era una pasada, se inundó la cama que tenía la espalda inclinada, era una forma que tuvo mi hija de decir, pues claro que es rotura de bolsa!!.
Me cambiaron sábanas, empacadores, y fregaron toda aquella inundación, y me mandaron a planta a esperar tener contracciones seguidas. Volví a paritorios sobre la 16h de la tarde, tras estar en habitación con pelota y notar como se intensificaba el dolor. Me dijeron que estaba verde todavía, me sentí ridícula, rompí a llorar, de forma muy suave para que no se diesen cuenta. Alguno se percató, sobre todo la celadora, que me dijo no entendía porque me volvían a mandar a planta. Me pareció muy tierno por su parte.
Había pedido, cuando me llevasen a paritorio, poder utilizar la piscina. Tenía suerte porque está libre esa sala! Sin embargo, tras consultarlo el matron en prácticas, Manuel, con demás matronas y personal, decidieron que no podía utilizar la piscina para partos, ya que era una “gran multipara” y corría riesgo de parir en el agua, algo para lo que no estaban preparados.
Después de resignarme a seguir en la habitación, comenzaron a doler más y más. Recordaba lo que me habían dicho sobre el parto cuando ya has tenido varios, las contracciones son más espaciadas en el tiempo, pero muy intensas. Así era, así lo percibía, y sobre las 15h volví a pedir que me llevasen a paritorio. Para no trasladarme con la camilla, vinieron los marrones a la habitación, y me hicieron el tacto allí. Sí, ya se consideraba parto activo (no recuerdo los centímetros) y me llevaban a mi sala de partos (La sala Atenea, se llamaba, que mejor nombre para esta batalla, que el de la diosa de la guerra).
Allí todo transcurrió deprisa pero lento, sensación extraña. Me transporté al planeta parto de forma distinta a otras veces, era más consciente, escuchaba los murmullos, los ruidos, lo sentía diferente.
Mi marido puso música ambiente, la lista de Hits acústicos de Soptyfive, y solo pude distinguir la canción “over the rainbow “ sonando en aquella sala…significaba tanto aquellas palabras, mi arcoíris, mi más allá del arco iris, estaba a punto de llegar.
Pedí las cuerdas para colgarme, la pelota, quería probarlo todo, me habían dejado sin piscina y quería probar cualquier cosa que me hiciese más llevadero el parto. Recuerdo retorcerme, arrugar las sábanas, gritar, desde dentro, desde las entrañas.. Fui al baño a intentar aliviar mi coxis sentada en el inodoro. Manuel vino, me dijo que podía sujetarme en él, me puse de pie, le cogí de los brazos, recuerdo lo musculoso que estaba. Era un joven alto y de buen ver, y yo estaba allí en mis peores condiciones…le dije qué se me salía, miró pero nada, era la sensación que tenía,”está muy cerca”, pero sentía que iba a desfallecer…volvieron a mi boca las palabras que siempre repetía en esa fase del parto “no puedo, no puedo” “me muero…”
Volví a pedir la epidural, como pasó con Lucas, me dijeron que estaba de 8cm que estaba muy avanzada, pero les dije que viniera el anestesista, casi suplicandolo.
Al poco apareció un joven con cara redonda y gafas, todos los que me atendían eran más jóvenes que yo, me sentía algo desubicada. Me explicó que como estaba yendo tan rápida la dilatación no podía asegurarme que me hiciera efecto, porque tarda algo en apreciarse..que lo que yo decidiera, la matrona me dijo lo mismo…se quedaron mirándome “que hacemos?”
“Ok, sin epidural” pude decirles..y en ese instante, una lágrima resbaló por mi mejilla. Sabía a lo que me tenía que enfrentar, mis miedos, mis sombras, mi propio cuerpo luchaba contra mi mente.
Las olas de contracciones llegaban, bloqueantes, descomunales, seguían siendo algo espaciadas, no recordaba ningún otro parto así, pero cuando llegaban, sentía que pasaba al otro mundo, que realmente me moría, que desfallecería en la siguiente ola. Pero no lo hacía, allí estaba en plena tormenta, aguantando el chaparrón, el huracán y el ciclón en el que estaba completamente inmersa.
Ya puedes empujar, empuja!!
No sentía los pujos como con Lía, que empujaba sola, pero sentía fuego, me quemo!!!
Empuja!! Vamos Tatiana!! Vamos Tatiana!!
No puedo!! Por favor, por favor!!
Y ese gemido de animal herido se ponderó de mi.
Tuve que pujar de nuevo para que finalmente saliera su cabeza, un poco más y la tenía encima, sobre mi!! Mi cuarta!! Estaba en mis brazos! Con lo que había soñado con ella, era real? Seguía soñabado? Lo había conseguido, si.
Un parto natural, sin ninguna intervención, sin maniobras. Solo mi cuerpo y mi mente, solo Tatiana y yo. Había vencido al dolor, de nuevo. Lo había conseguido, mi hija pequeña me miraba, con esa mirada recién estrenada, con ese amor a primera vista, a última vista, a cualquier vista que tanto esperaba!